Un cuento de cuatro cerditos para emprendedores

Hace ya muchos años, en un país muy lejano, tras una larga enfermedad un acaudalado cerdito yacía en su lecho esperando que transcurrieran los últimos días de su vida. Consciente de su estado, convocó a sus cuatro hijos para expresarles su última voluntad.

– Cerditos míos, está llegando mi última hora, y tras una vida de esfuerzos y trabajo he conseguido reunir una cierta cantidad de dinero que os quiero transmitir en partes iguales, tan solo os pido que con ella montéis un negocio de restauración, que como sabéis ha sido la gran pasión de mi vida. Hacedlo y por favor intentad ser cerditos de provecho.

Tras un emotivo sepelio, los cuatro cerditos se dirigieron a sus respectivas ciudades. Como daba la casualidad de que los cuatro estaban casados, lo primero que hicieron fue explicarles a sus parejas lo sucedido y cuales eran sus planes de inversión con el dinero recibido de la herencia

El cerdito mayor habló de esta forma:

– Mira cerdita mía, voy a montar un restaurante de bellotas azules, esas que tanto nos gustan a ti y a mí.

A lo que su pareja le contestó

– ¿Estás seguro?, esas bellotas solo nos gustan a ti y a mi, y cuando vienen invitados nunca las puedo servir…

– Tu tranquila, nosotros somos cerditos de buen gusto y ya verás como acabarán triunfando

El segundo cerdito expresó su pensamiento de la siguiente manera:

– Amor mío vamos a montar una tienda de degustación de embutidos, que he visto que tienen una gran demanda entre los humanos

– Pero que dices,¡eso es un horror! -le contestó su pareja-

– Eso da igual, porque nos vamos a forrar y eso lo compensa todo

Por su parte el tercer cerdito, meditó unas cuantas semanas antes de hablar con su cerdita, y finalmente le expuso lo siguiente:

– Cerdita de mis amores, he pensado que entre todos los manjares que nos gustan a los dos, hagamos una encuesta entre todos nuestro vecinos y familiares para poder ver cuales tienen mayor aceptación y así haremos un restaurante que se adapte a ello.

– Fantástico, respondió entusiasmada la cerdita

Finalmente el cuarto cerdito le contó en medio de una fiesta a su esposa:

– Mira sabes que, da igual el restaurante que montemos, total eso esta chupado y cualquier cosa nos va a funcionar.

– ¿Estás seguro mi amor?, –dijo ella- si prestar mucha atención

– Claro que si, ¡para eso soy el mas listo de la granja!

Pasaron los días y los años, y tras mil avatares los cuatro cerditos volvieron a reunirse en una celebración familiar. Como no podía ser de otra forma acabaron hablando de sus respectivas experiencias en los negocios.

– No me quejo, –comentó el primer cerdito- nunca le ha faltado a mi familia techo ni comida , pero nos cuesta mucho llegar a final de mes y apenas hemos tenido nunca vacaciones. Esas bellotas azules que tanto nos entusiasman, no han tenido aceptación y parece que jamás la van a tener.

El segundo cerdito dijo por su parte:

– Que curioso, a mi me ha sucedido más bien lo contrario, nunca nos ha faltado el dinero –mi tienda de degustación de embutido ha sido un éxito- y he ampliado el negocio varias veces. Lo que pasa que nunca he disfrutado con mi negocio y he maldecido cada día mi trabajo al levantarme por la mañana. Si incluso cuando salíamos a cenar fuera con mi esposa ¡no podíamos por razones obvias hacerlo en nuestras tiendas!

– Pues parece que yo soy el que ha tenido más suerte –comentó el tercer cerdito-, nuestro restaurante vegetariano encanta a nuestra familia y ha tenido una gran aceptación en nuestra ciudad tal como habíamos previsto. Nunca nos ha faltado el dinero, y lo que es mejor disfrutamos cada día con nuestro trabajo.

– ¡Que envidia me das! – exclamó el cuarto cerdito- yo monté un restaurante que ni yo mismo sabía que ofrecía. En una semana lo tuvimos listo para abrir, pero lo tuvimos que cerrar al cabo de un año, y provocó tantas discusiones con mi mujer que acabamos separándonos. Ahora vivo casi en la indigencia y no se cual va a ser mi futuro.

De pronto apareció en la escena, la anciana madre de los cerditos:

– Os he estado escuchando tras la cortina – no he podido evitarlo-, y ahora me arrepiento de no haber insistido más a vuestro padre de que se equivocaba y de que no acertó al repartir la herencia en esas condiciones, porque es muy fácil transmitir el dinero, pero muy difícil transmitir una pasión.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Moralejas

No estamos en época de rebajas, pero aun así daremos dos moralejas a precio de una:

– Ser emprendedor no es bueno ni malo, pero no todo el mundo sirve para ello (como no todo el mundo sirve para ser futbolista o físico nuclear)

– Si aún así quieres ser emprendedor, no piense sólo lo que te gusta a ti, ni tampoco pienses solo en tus futuros clientes, piensa en ambas cosas a la vez; y en cualquier caso piénsalo bien antes de actuar.

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